“Socialismo y Libertad” (Claudio Albertani, 2007)

Socialismo y Libertad: El exilio antiautoritario de Europa en México y la lucha contra el estalinismo (1940-1950)

Por Claudio Albertani

Para Vlady
In memoriam

Al concluir la guerra civil española, México fue uno de los pocos países que mantuvieron abiertas las puertas a los militantes antifascistas europeos, sin importar ideologías ni etiquetas. Mientras es bien conocida la presencia de comunistas, republicanos y socialistas, menos estudiadas son las otras tendencias. A principios de los años cuarenta, después de múltiples peripecias, un grupo de exiliados de orientación antitotalitaria se encontraron en la Ciudad de México. Entre ellos destacaban: Víctor Serge (Víctor Kibalchich), escritor, periodista, poeta, militante libertario y ex dirigente de la Oposición de Izquierda en la URSS; su hijo, el joven pintor Vlady (Vladimir Kibalchich); Marceau Pivert, socialista revolucionario, fundador en Francia del Partido Socialista Obrero y Campesino (PSOP); Julián Gorkin (Julián Gómez García), secretario internacional del Partido Obrero de Unidad Marxista, POUM, de España y director de su órgano oficial, La Batalla; Gustav Regler, ex miembro del Partido Comunista Alemán (KPD), ex comisario adjunto de la XII Brigada Internacional en España; y Paul Chevalier (Leo Valiani), italiano, ex comunista, militante antifascista y futuro dirigente de la formación guerrillera italiana Giustizia e Libertà.

El movimiento “Socialismo y libertad” y la revista “Mundo”
Juntos dieron vida a la sección mexicana de “Socialismo y Libertad”, movimiento que se adhería al Frente Obrero Internacional integrado por el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) de España, el Independent Labour Party (ILP, donde militaba George Orwell) de Inglaterra, el Partido Socialista Revolucionario de Holanda (RSAP), el Partido Comunista de Oposición de Alemania (KPO), el Partido Socialista Obrero y Campesino de Francia (PSOP) entre otras organizaciones (1).
Según se desprende de la lectura de la revista que publicaban, Mundo, el movimiento “Socialismo y Libertad” tenía proyección en por lo menos otros tres países latinoamericanos, Chile, Argentina y Uruguay, mientras redes afines existían en Cuba, República Dominicana, Venezuela, Bolivia y Perú (países donde, sobre todo los primeros dos, había exiliados españoles de filiación poumista y anarquista).

Pronto se unieron al grupo otros exiliados. Entre ellos figuran el escritor polaco Jean Malaquais (Vladimir Malacki); el poeta surrealista Benjamín Péret; el militante trotskista G. Munis (Manuel Fernández Grandizo); el comunista consejista alemán Otto Rühle, y su esposa Alicia Gerstel (psicoanalista de orientación adleriana) (2) ; el anarcosindicalista español Ricardo Mestre (fundador años después de la Biblioteca Social Reconstruir en la Ciudad de México) y los anarquistas rusos Jacobo Abrams, Senia Flechin y Mollie Steimer (protagonistas en años anteriores de un clamoroso proceso político en Estados Unidos) (3).

Si bien el Partido Comunista Mexicano tildaba al grupo de “trotskista”, difícilmente se podría definirlo así. Ciertamente los militantes de “Socialismo y Libertad” admiraban al viejo revolucionario vilmente asesinado en México, pero iban mucho más lejos en sus críticas a la URSS, a la Internacional Comunista y al modelo bolchevique (4). Tan es así que en el Boletín de la IV Internacional en México correspondiente al año de 1943, leemos un duro comentario sobre los integrantes del grupo “Socialismo y Libertad”, quienes “irresponsables y megalómanos, habiendo tenido en otras épocas acciones y pensamientos revolucionarios, terminan (…) por separarse progresivamente del marxismo” (5). En realidad, las diferencias entre nuestros exiliados y los trotskistas se hacían cada vez más profundas. Bajo el título, Los problemas del socialismo en nuestro tiempo, Serge, Gorkin, Pivert y Chevalier publicaron hacia finales de 1943 un folleto que se puede considerar como una suerte de manifiesto del grupo (6). Los autores analizaban aquí los grandes problemas del momento: la guerra, las economías dirigidas, el neo-imperialismo nazi, la descomposición del capitalismo liberal, la crisis moral y doctrinal del movimiento obrero, la psicología de las masas, la degeneración de la URSS, y de la Internacional Comunista, las perspectivas revolucionarias…

Todos eran asuntos polémicos e, incluso, candentes. El análisis se centraba en la categoría de “colectivismo burocrático” introducida unos años antes por Bruno Rizzi, autor que, sin embargo, había influenciado entre otros a Dwight Macdonald, a James Burnham y al propio Trotsky (7).
“El régimen soviético, fascismo, el nazismo, y el New Deal -escribía Victor Serge en su contribución- tienen innegablemente rasgos comunes determinados en últimas instancias por las tendencias colectivistas de la economía moderna… A consecuencia de la postración de la clase obrera, esas tendencias revisten la forma del colectivismo burocrático…” (8).

Por su parte, Gorkin se deslindaba abiertamente del trotskismo, porque “no representa una fundamental rectificación del estalinismo, sino un opositor y rival suyo. Por encima de las trágicas luchas de los últimos años, (trotskismo y estalinismo) son, en el fondo, el anverso y el reverso de una misma medalla. Separado de la organización comunista oficial, el trotskismo ha caído en un sectarismo estrecho que lo reducido a la impotencia” (9). Además de algunos folletos más, “Socialismo y Libertad” editó dos revistas: primero Análisis (3 números entre enero y mayo de 1942), y después la ya citada Mundo, “libre tribuna de discusión en la que pueden colaborar todos los socialistas revolucionarios y libertarios, encuéntrense donde se encuentren”.

El nombre evoca a Monde, publicación parisina de gran prestigio, creada en 1928 por el escritor Henri Barbusse, de la que Gorkin había sido redactor y Serge y Regler colaboradores asiduos. Es de señalar que al final de su vida Barbusse -fallecido en 1936- se había convertido en un entusiasta sostenedor de Stalin y, por esta vía en un icono del régimen soviético. ¿Por qué entonces ese nombre? Retomando el nombre de la revista fundada por el intelectual francés, el grupo se propuso reavivar los criterios críticos, plurales y revolucionarios que habían caracterizado la etapa inicial de la revista (10). Esa es, en todo caso, la opinión de Vlady (11).

Proyecciones continentales
El primer número de Mundo apareció en julio de 1943, el último en julio de 1945, por un total de 13 entregas (12). El director responsable era Gustavo de Anda, ex integrante de la Oposición Comunista de Izquierda (organización mexicana de orientación trotskista (13) ), pero la dirección política la proporcionaban, de manera colectiva -y no sin tener conflictos- Pivert y los miembros del POUM. Según Vlady, Serge se encontraba algo aislado en el grupo y, a pesar de ser la figura más interesante, no desempeñaba ningún papel dirigente. Entre los colaboradores, encontramos a los mexicanos Luz Cienfuegos, Rodrigo García Treviño, Antonio Hidalgo, Magdalena Mondragón, Manuel Rodríguez, y Francisco Zamora. Había, además, algunos colaboradores latinoamericanos: Julio César Jovet, escritor chileno; Manuel Hidalgo Plaza, socialista, ex embajador de Chile en México; José Gabriel, escritor argentino y Jorge Reynoso (desde Bolivia y Perú). A partir del número 3, el correspondiente desde Uruguay fue Luce Fabbri, quien en colaboración con otros compañeros, publicó a su vez “Socialismo y Libertad”, revista que se editaba en tres idiomas: español, francés e italiano. Luce se ocupaba de la sección italiana, al lado de Torquato Gobbi (viejo amigo y colaborador de su padre); Julien Coffinet cuidaba de la sección francesa, mientras que Fernando y Pilar Cárdenas, republicanos españoles, escribían en castellano (14).

“Hacia 1943 – cuenta Luce – surgió una experiencia muy interesante, la de trabajar juntas personas que pertenecíamos a tendencias distintas: socialistas, anarquistas, republicanos. La idea era que en todos los países los refugiados europeos tenían que juntarse con miras a una Europa unida. Lo que queríamos demostrar era que, aún pensando distinto, cuando había una preocupación básica común, se podía lograr una convergencia de esfuerzos. (…) Cada uno escribía desde su posición, y nos preocupábamos por presentar la guerra desde el punto de vista de la resistencia, de las corrientes internacionalistas y anticapitalistas dentro de la resistencia.” (15)

La sección uruguaya duró poco, con apenas seis números publicados, pero fue significativa en cuanto a la posibilidad de colaboración común entre diversas corrientes, respetándose las diferencias políticas, sin forzar una unidad artificial y empobrecedora. La sección más fuerte era aparentemente la de Chile, país en donde, agotada la experiencia mexicana, aparecerá una segunda edición de Mundo a partir de 1946 (no he podido averiguar cuántos números se publicaron). Entre los integrantes de la sección chilena de “Socialismo y Libertad” encontramos a Pierre Letelier, Juan Sandoval, Julio Lagos y Clodomiro Almeyda (quien, décadas después, se desempeñaría como ministro de relaciones exteriores en el gobierno de Allende).

Ojeando las páginas de la revista, el lector queda impresionado por la actualidad de los temas tratados y el rigor del análisis. A parte la abundancia de información sobre la resistencia antifascista en los principales países europeos (no olvidemos que las comunicaciones intercontinentales eran muy difíciles por la guerra, y había que franquear la censura) encontramos reflexiones teóricas de muy alto nivel sobre la cultura mexicana; bolchevismo, estalinismo y trotskismo; la naturaleza socioeconómica de la URSS; la cuestión judía; el nacionalismo; la revolución en la India; el cardenismo; la situación en varios países latinoamericano, entre otros temas.

También leemos reseñas bibliográficas, una página cultural, e ilustraciones a cargo del pintor Vlady, y del dibujante Bartolí. Dos psicoanalistas, Fritz Fränkel y Herbert Lennhof aportan estudios sobre el tema “socialismo y psicología”. Entre los corresponsales en el extranjero destacan: el conocido anarquista alemán Rudolf Rocker, el socialista libertario Sebastian Franck (Henry Jacoby), ambos exiliados en Estados Unidos; el norteamericano Dwight Macdonald, director de la revista Partisan Review (16); Jayprakash Narayan, secretario general del Partido Socialista de India (17); y Angélica Balabanov, destacada militante socialista y ex secretaria de la COMINTERN (antes de romper con los bolcheviques hacia 1923).

El lector queda fascinado por la amplitud de criterios de los redactores: hasta la fecha Mundo queda como uno de los pocos intentos (otro podría ser el de la revista Claridad de Argentina, bajo la dirección de Antonio Zamora) en el que socialistas de varias tendencias intentaron un intercambio de ideas, sin caer en sectarismos.

En el número 11 de la revista (enero de 1945) leemos: “Socialismo y Libertad representa la síntesis ideológica de los conceptos libertarios y humanos de la filosofía anarquista y del realismo constructivo del socialismo marxista”. Y es que entre los miembros del grupo había marxistas luxemburguianos como Pivert, marxistas libertarios como Serge, anarquistas como Mestre, Fidel Miró y Mollie Steiner y bundistas como Abrams. Fue pues, un intento -por así decirlo- “ecuménico” de plantear un nuevo comienzo a partir de un severo diagnóstico de las vicisitudes del movimiento obrero internacional y de una síntesis de la experiencia de las diferentes corrientes socialistas. Aunque su fracaso es evidente, queda como un esfuerzo serio en esta dirección.

Mundo tenía una sede, el Centro Cultural Ibero-Mexicano (V. Carranza 50, Col. Centro, México, D.F.). Aquí los exiliados organizaban encuentros y debates sobre temas de actualidad, siendo repetidas veces atacados por militantes del PCM. Éstos eran, en ocasiones, dirigidos por el italiano Vittorio Vidali, alias Carlos Contreras, agente de la GPU, ex comisario político de la V° Regimiento en España, a la sazón exiliado en México.

La marginalización del grupo
El movimiento “Socialismo y Libertad” nunca cundió en México y, a medida que se acercaba el final de la guerra, se fue debilitando todavía más. ¿Por qué el impacto de un círculo que aglutinaba personalidades relevantes y con un amplio historial de militancia revolucionaria fue tan limitado? ¿Por qué las principales historias de la izquierda ni siquiera los mencionan? (18) En parte esto se debe a que gran parte de nuestros exiliados nunca se integraron en la vida social y política del país y no deseaban prolongar su residencia más allá de la guerra. Con la salvedad de Victor Serge –quien tenía un diagnóstico más bien pesimista que le causó muchas críticas pero que a la postre se reveló correcto- la mayor parte de ellos pensaba que en Europa la derrota del nazi-fascismo iba a desembocar en una situación prerrevolucionaria parecida a la de 1919-21 y anhelaba participar en el desenlace de los acontecimientos. Entre 1945 y 1946, casi todos se trasladaron a Francia, salvo Serge -quien (supuestamente) murió de ataque cardiaco en la Ciudad de México en 1947- y Gustav Regler, quien se asentó en Tepoztlán, Morelos, dedicándose en los años sucesivos a la literatura y al estudio de las culturas prehispánicas (murió en 1966 en el curso de un viaje a la India) (19).

Hay, sin embargo, otras razones mucho más importantes. El grupo tuvo que enfrentarse a todos los dogmatismos: no solamente al estalinismo del PCM –entonces cercano al PRI por cuyos candidatos, Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán llamó a votar en las elecciones de 1940 y 1946- sino también al trotskismo y, sobre todo, al lombardismo, la ideología oficial del movimiento obrero en México –una ideología particularmente curiosa que se podría definir como mezcla de stalinismo y …anticomunismo con importantes ramificaciones en América Latina y en Estados Unidos (20). A esto hay que añadir, por supuesto, la hostilidad de la derecha, cuyo exponente principal era José Vasconcelos. De alguna manera el grupo se configura pues como revelador del conjunto de circunstancias que privaban en la política mexicana de tal manera que su “ausencia” del escenario nacional es sintomática.

Una historiadora especializada en el estudio de la migración, Dolores Pla, señala que algunos refugiados españoles vivieron en México un “doble” exilio (21). Aun cuando ella alude básicamente al problema de la minoría catalana, la misma hipótesis se puede aplicar a los disidentes del comunismo soviético. Alterando la famosa expresión de Orwell, se podría decir que unos exiliados eran “más exiliados” que otros. Al narrar su experiencia en el campo de concentración de Le Vernet, Francia, Arthur Koestler -quien compartió su experiencia con Gustav Regler- definió “escoria de la humanidad” la figura del disidente desarraigado y despojado incluso de su identidad política (22). En la misma época, otras obras literarias evocan sentimientos parecidos: Jean Malaquais lo hizo en el Diario de un meteco y en Planeta sin visado (23); Max Aub (también huésped de Le Vernet) como parte de El laberinto mágico -enorme fresco en seis tomos sobre la guerra civil española- escribió Campo Francés (24); y Victor Serge consagró sus vivencias en la desgarradora novela, Les Derniers Temps, escrita en México (25).

El empleo de términos como meteco, desarraigado, escoria de la humanidad, etc. nos remite al universo espiritual que vivieron estos autores. No es por demás señalar que los comunistas acusaron a Serge, a Pivert y a la gente del POUM de ser la quinta columna de los nazifascistas en México. Esto sucedía en un momento extremadamente delicado, cuando México estaba por declarar la guerra a las potencias del eje y una tal acusación podía valer la expulsión o el encarcelamiento.

¿Quinta Columna?
En el curso de algunas pesquisas que hice en el Archivo General de la Nación, encontré información sobre nuestros exiliados en apartados donde se trata precisamente de “nazifascistas” (26). Los documentos en cuestión son informes confidenciales de agentes de inteligencia del gobierno mexicano que, curiosamente, revelan una mirada muy parecida a la de la izquierda estalinista. ¿Contaban los comunistas con simpatizantes que filtraban informaciones a los servicios de inteligencia? Es posible, aunque habría que probarlo.

El hecho es que las calumnias tenían origen en la prensa comunista en el exilio -tanto española (Nuestra Bandera) como alemana (Alemania Libre)-, en La Voz de México (órgano del PCM) y en el periódico El Popular dirigido por Vicente Lombardo Toledano. Vale la pena abundar sobre la cuestión de la “quinta columna”. El término fue inventado por el general Francisco Franco, quien, en un famoso discurso trasmitido por radio durante el asedio de Madrid (1936), dijo que la marcha de las cuatro columnas nacionalistas hacia la capital se vería pronto coadyuvada por una “quinta” columna que ya estaba allí.

Esta imagen -que evoca el espectro de la traición- se propagó en el mundo entero, siendo adoptada de manera entusiasta por los partidos comunistas dependientes de Moscú que no desaprovecharon la oportunidad para así descalificar así toda oposición interna. En un texto originalmente publicado en las postrimerías de la segunda guerra mundial, el filósofo Alexandre Koyré señala que el fenómeno de la “quinta columna” es muy antiguo: ya existía en las ciudades-estado de la Grecia clásica y volvió a aparecer una y otra vez en curso de la historia. Es el “enemigo interior”, un enemigo particularmente peligroso en tiempos guerra civil y de contrarrevolución. Koyré pensaba que el fenómeno de la “quinta columna” había determinado el carácter específico de la segunda guerra mundial (27).

Por lo visto el mismo paradigma se trasladó a México y al resto de América Latina. En el “Fondo Pivert” del Centre d’histoire sociale du XX siècle en París, Francia, hallé un recorte del periódico El Siglo, fechado en Santiago de Chile el 18 de abril de 1942, y firmado por Volodia Teitelboim (28) donde se ataca de manera violenta a Serge acusándolo de ser un agente del Eje y exigiendo se le aplique el artículo 33 (¡lo pedía desde Chile!) en cuanto extranjero indeseable.

Es cierto que en México la ultra-derecha en general y los nazi-fascistas en particular contaban con muchos simpatizantes. Informes de inteligencia conservados en el AGN, así como testimonios y estudios históricos, ubican en el Liceo Alemán y en la revista de José Vasconcelos, El Timón los principales focos de la propaganda nazi en el país (29).

Es obvio que nada tenían que ver con esto Serge y sus amigos. Es claro que no había ingenuidad en las acusaciones: más bien la impresión es que se trató de una conspiración orquestada desde Moscú, implementada por el PCM ( en la persona de Miguel Ángel Velasco), y coadyuvada por las prensas española (Juan Comorera) y alemana en el exilio (Otto Katz, Ludwig Renn, Anna Seghers, Paul Merker, Leo Zuckermann y Erwin Egon Kisch, entre otros), así como por El Popular e, incluso por algunos funcionarios del gobierno alemanista para descalificar a estos exiliados tildándolos de quintacolumnistas.

La conspiración involucró incluso a un grupo de ocho diputados quienes, a principios de 1942, publicaron una denuncia que avalaba las calumnias. El escándalo llegó hasta la prensa norteamericana que informó de manera detallada sobre el asunto. Este fue el momento de mayor peligro para nuestros exiliados ya que el objetivo final era su eliminación física (30).

¿Por qué estas acusaciones absurdas? Porque la izquierda oficial (que básicamente incluía al PCM y a la CTM de Lombardo Toledano) percibía como una grave amenaza política las críticas de Serge y sus amigos a la Unión Soviética. Decían la verdad sobre el “comunismo” y esto era considerado un crimen inconmensurable. Aunque, como ya señalé, la posición de “Socialismo y Libertad” no coincidía con la de los trotskistas, el peligro que ellos representaban para el régimen soviético era análogo. De ahí que, como ya había sucedido en España, no hicieran diferencia alguna.

Esa actitud tuvo graves consecuencias para la izquierda mexicana ya que canceló durante décadas la posibilidad de un debate serio y franco sobre el sentido del socialismo, la naturaleza socioeconómica de la URSS, la cuestión del Estado y el qué hacer del movimiento obrero. Bajo la justificación del nacionalismo y del antifascismo, los dueños del marxismo (Lombardo y el PC, por encargo de sus amos moscovitas) cerraron el paso a este grupo de exiliados. Semejante actitud implicó una grave perdida para el país marcando (junto a episodios aun más graves como el asesinato de Trotsky) la historia de la izquierda mexicana, misma que nunca llevó a cabo una crítica radical del estalinismo.

Las influencias subterráneas
Algunos integrantes del círculo eran literatos de gran calibre como Serge, Malaquais, Peret y Regler. Otros, como Vlady, tenían un enorme talento en el campo artístico. ¿Cuales fueron las relaciones del grupo con la intelectualidad mexicana? Ya mencioné la ausencia del grupo en la historias políticas de México, pero las historias culturales tampoco registran su presencia. A manera de ejemplo se puede citar el estudio de Fabienne Bradu sobre Benjamín Peret, mismo que no menciona la participación del poeta en la revista Mundo, aun cuando figura entre sus colaboradores desde el primer número (31).
Por otra parte, escribe Octavio Paz, en Itinerario:

“A principio del año 1942 conocí a un grupo de intelectuales que ejercieron una influencia benéfica en la evolución de mis ideas políticas: Víctor Serge, Benjamin Péret, el escritor Jean Malaquais, Julián Gorkin, dirigente del POUM, y otros (a Víctor Alba lo conocería meses después). Se unía al grupo a veces el poeta peruano Cesar Moro. Nos reuníamos en ocasiones en el apartamento de Paul Rivet, que fue después director del museo del hombre de París. Mis nuevos amigos venían de la oposición de izquierda . El más notable y el de mayor edad era Victor Serge (…). La figura de Serge me atrajo inmediatamente. Conversé largamente con él y guardo dos cartas suyas. En general, excepto Peret y Moro, ambos poetas con ideas y gustos parecidos a los míos, los otros habían guardado de sus años marxistas un lenguaje erizado de formulas y secas definiciones. (…) Su crítica me abrió nuevas perspectivas pero su lenguaje me mostró que no basta cambiar de ideas, hay que cambiar de actitudes. Hay que cambiar de raíz. Nada más alejado de los dialécticos que la simpatía humana de Serge, su sencillez y su generosidad. Una inteligencia húmeda. Victor Serge fue para mi el ejemplo de la fusión de dos cualidades opuestas: la intransigencia moral e intelectual con la tolerancia y la compasión. Aprendí que la política no es sólo acción, es participación” (32).

He aquí una pista interesante: Paz -quien había participado en el Congreso Antifascista de Valencia de 1937 (33)- encontró a este grupo de exiliados en un momento importante de su vida, cuando entraba en crisis su ideología estalinista. Si bien los frecuentó durante poco tiempo (Paz dejó México en 1943 para no volver sino hasta 10 años después) es obvio que el poeta quedó impactado. ¿En qué medida repercutió el encuentro en su desarrollo intelectual posterior? ¿Es posible encontrar una influencia de Victor Serge en la crítica de Paz al totalitarismo? Recordemos Serge había sido en 1933 el primer autor de filiación marxista en emplear el término “totalitarismo” con respecto a la URSS (34). ¿Existen otro casos en que podríamos reconocer una influencia intelectual de Serge en la vida cultural de la época?
Serge y Péret también colaboraron con las revistas Así, y El hijo Pródigo lo cual nos remite a otras posibles redes culturales que sería interesante investigar. Según informa Fabienne Bradu, en 1944, Serge publicó en El hijo Pródigo un artículo sobre “El mensaje del escritor” traducido al español por el poeta peruano Cesar Moro (35).

¿Qué influencia tuvo la experiencia del exilio mexicano en el desarrollo intelectual de nuestros autores?

Es notable el interés de algunos miembros del grupo con respecto a las culturas prehispánicas.

Compilador de una antología sobre mitos, leyendas y cuentos populares de América, Péret fue un admirador y un difusor de estas culturas en Francia (36). Regler es autor de un libro sobre el México prehispánico y Serge de cuentos y ensayos inédito sobre el mismo tema que encontré en el archivo de Vlady (los originales se encuentran en la biblioteca de Yale que conserva un fondo Victor Serge). Serge influenció además la obra de quien a la sazón era su esposa, la futura arqueóloga, Laurette Séjourné (Laura Valentini), autora de libros importantes sobre el México prehispánico (37).

Es interesante seguir los pasos de Victor Serge quien vivió en México los últimos seis años de su vida (1941-1947), redactando aquí parte de sus monumentales Memorias de un revolucionario (que sin embargo no abarcan el periodo mexicano), así cómo las novelas Les années sans perdon, Les derniers Temps, los Carnets, y Vida y muerte de León Trotsky (este último en colaboración con la viuda de Trotsky, Natalia Sedova) además de cuentos, poemas, y un sinnúmero de artículos y ensayos (38).
Por cierto que este autor no era un desconocido en América Latina. En los años veinte y treinta, la revista Claridad de Buenos Aires había dado a conocer sus reportajes sobre la vida cultural y social en la Unión Soviética y había reseñado algunos de sus libros. En su número 315 correspondiente a julio de 1937, Claridad había publicado la carta que Victor Serge escribió a sus amigos cuando logró salir de la URSS. La revista tenía cierta circulación en México y algunos de sus números se pueden todavía encontrar en las librerías de viejos de nuestra capital.

Gracias a la labor de la editorial española Cenit (también distribuida en América Latina), los lectores de lengua española conocían algunas de sus novelas, además de artículos y ensayos aparecidos en: Bohemia (Cuba), Argentina Libre (Buenos Aires) y Así (México). ¿Qué impacto dejaron en el continente las ideas de Victor Serge sobre temas tan importantes como la literatura, la revolución y la naturaleza socioeconómica de la URSS?

En 1940 llegó a México Julián Gorkin, procedente de Estados Unidos, y en 1947 falleció Víctor Serge. Por cierto que el gran revolucionario ruso-belga murió en un taxi (como Tina Modotti, ex agente soviética y ex compañera de Vittorio Vidali): ¿ataque cardiaco? ¿Asesinato? Aunque estas dudas probablemente nunca se podrán esclarecer, lo cierto es que en el país había numerosos agentes soviéticos: no olvidemos que, con la complicidad de miembros destacados del PCM, Ramón Mercader había asesinado a León Trotsky sólo unos cuantos años antes.

Gorkin escribió aquí su conocido libro sobre el asesinato de Trotsky donde revela la identidad del asesino, Ramón Mercader, cuya madre, Caridad Mercader, catalana de origen, era amante del agente soviético, Eitingon Naum Issakovitch (‘Tom’). Madre e hijo fueron identificados por miembros del grupo, que los conocían desde Cataluña (39).

Regler escribió en México sus memorias (Das Ohr des Malchus, 1958), recientemente reeditadas en Francia bajo el título Le glaive et le fourreau, y generalmente consideradas una de las fuentes más importantes para la historia del comunismo en los años treinta (40). Pivert publicó en México el folleto ¿A dónde va Francia? De Versailles a Compiègne, y fue uno de los fundadores del Instituto Francés de América Latina (IFAL) del cual fue también director (41).

En conclusión, a pesar de la marginación a que fue sometido, el grupo logró sobrevivir y dejar constancia de su paso por México, Esto no hubiera sucedido si nuestro exiliados no hubieran contado con la colaboración de redes solidarias.

Notas
(1) Véase: El Socialismo Revolucionario Ante la Guerra, Nov, de 1940, México, D.F., publicación del Frente Obrero Internacional (F.O.I.).
(2) Sobre el exilio alemán en México consulté: Fritz Pohle, Das mexikanische Exil, Ein Beitrag zur Geschichte der politisch-kulturellen Emigration aus Deutschland (1937-1946), J.B. Metzlersche Verlagsbuchhandlung, Stuttgart, 1986 (este autor menciona a Victor Serge y a la revista Mundo). En español: Jorge Fuentes Morúa, “El exilio alemán en México y la difusión del marxismo” en: Perspectivas Históricas, publicación del Centro de Estudios Históricos Internacionales, año 3 Nos. 5-6, julio-dic. 2000.
(3) Véase: Mollie Steimer, Toda una vida de lucha. La rebelión de una anarquista condenada por ambos imperios, Ediciones Antorcha, México, 1980. Anna Ribera Carbó, “Semo: fotografía y anarquismo” en: Pablo Yankelevich (compilador) México, país refugio. La experiencia de los exilios en el siglo XX, Plaza y Janés, CONACULTA, INAH, México, 2003.
(4) Sobre las diferencias entre Trotsky y el POUM, véase en particular el reciente libro de Ignacio Iglesias, Experiencias de la revolución. El POUM, Trotsky y la Intervención Soviética, Laertes, Barcelona, 2003.
(5) Citado en Mundo No. 2, México, D.F., 15 de julio de 1943.
(6) Victor Serge, Julián Gorkin, Marceau Pivert, Paul Chevalier, Los problemas del socialismo en nuestro tiempo, Ediciones Iberoamericanas México, 1944. Dirigía la editorial, el catalán Bartolomé Costa Amic, integrante del grupo y militante del POUM, fallecido en la Ciudad de México en 2001.
(7) Bruno Rizzi, La burocratisation du monde, Édité par l’Auteur, Les Presses Modernes, Paris, 1939. Traducción al castellano, La burocratización del mundo, Homo Sociologicus, Barcelona, 1978.
(8) Victor Serge, “Guerra de Transformación social”, en: Los problemas del socialismo en nuestro tiempo, op. cit., pág. 20.
(9) Julián Gorkin, “Situación del movimiento obrero y del socialismo” en: Los problemas del socialismo en nuestro tiempo, op. cit., pág. 65.
(10) Barbusse fue director de Monde entre 1928 y 1935. Es de recordar que Clarté (Claridad) -la revista cultural y de crítica política afín a los bolcheviques fundada por Barbusse en 1919- había ejercido un gran influencia a lo largo de toda Latinoamérica.
(11) Comunicación al autor. Enero de 2005.
(12) Ninguna biblioteca mexicana posee una colección completa de la revista. La Biblioteca Social Reconstruir tiene algunos números mientras que otros se encuentran en el archivo personal de Vlady.
(13) Véase: Olivia Gall, Trotsky en México y la vida política en el periodo de Cárdenas 1937-1940, ERA, 1991, pp. 63, 68, 69.
(14) Margareth Rago, Entre la historia y la libertad. Luce Fabbri y el anarquismo contemporáneo, Editorial Nordan, Montevideo, Uruguay, 2002 pp. 149-151. Torquato Gobbi (1888-1963) redactor de Studi Sociali. Fundador en Montevideo de la librería italiana; Julien Coffinet, socialista revolucionario francés. Sobre este último, véase: Charles Jacquier, “L’esilio di Julien Coffinet o un marxista eretico a Montevideo”, Revista Storica dell’anarchismo, año 11, No. 1, enero-julio de 2004, Biblioteca Franco Serantini, Pisa.
(15) M. Rago, Entre la historia y la libertad, op. cit., pag. 151.
(16) Sobre las relaciones entre Victor Serge y la izquierda norteamericana véase: Alan Wald, “Victor Serge and the New York antistalinist left”, en Susan Weissman (compiladora) The ideas of Victor Serge. A life as a work of art, Critique Books, Glasow, 1997, pp. 99-117.
(17) Sobre la trayectoria de este militante hindú, compañero de Gandhi y Nehru, fallecido en 1979, véase: Allan and Wendy Scarf, J.P. His Biography, Orient Longman Limited, Nex Delhi, 1998.
(18) Véase por ejemplo el clásico estudio de Barry Carr, La izquierda mexicana a través del siglo XX, Editorial Era, México, 1996.
(19) Véase: Gustav Regler, Terre Bénie, Terre Maudite. Le Méxique à l’hombre des siècles. Éditions du Rocher, Monaco, 1953 (traducción del texto alemán, Vulkanisches land).
(20) Sobre el lombardismo en América Latina, véase Lourdes Quintanilla, Lombardismo y sindicatos en América Latina, México, Distribuciones Fontamara, 1982. Sobre el lombardismo en los EEUU: Luis Fernando Álvarez, Vicente Lombardo Toledano y los sindicatos de México y Estados Unidos, UNAM-Praxis, México, 1995.
(21) Dolores Pla, “Una convivencia difícil. Las diferencias dentro del exilio republicano español en México”; en: Pablo Yankelevich, , op. cit.
(22) Arthur Koestler, Oeuvres autobiographiques, Laffont, París, 1994.
(23) Jean Malaquais, Journal de guerre suivi de Journal du métèque, 1939-1942, Phébus, París, 1997; Jean Malaquais, Planète sans visa, Phébus, París, 1999. En la segunda obra aparecen retratados tanto Serge como Vlady.
(24) Max Aub, Campo Francés, Alfaguara Bolsillo, Madrid, 1998.
(25) Victor Serge, Les Derniers Temps, Grasset, París, 1951.
(26) Galería 3, Ávila Camacho, apartado Extranjeros perniciosos. Encuentros sangrientos entre nazi-fascistas y comunistas.
(27) Alexandre Koyré, La Cinquième Colonne, Editions Allia, París, 1997 (primera edición 1945).
(28) Escritor todavía vivente, galardonado en 2002 con el Premio Nacional de Literatura de Chile.
(29) “El nazismo en México”, Archivo General de la Nación, Galería 2, Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales, Caja 83. Véase también: Ricardo Pérez Monfort, Hispanismo y Falange. Los sueños imperiales de la derecha española, FCE, México, D.F., 1992.
(30) Marceau Pivert, Gustav Regler, Victor Serge, Julián Gorkin, ¡La G.P.U. prepara un nuevo crimen!, Edición de Análisis, México DF, 1942.
(31) Fabienne Bradu, Benjamín Peret en México, Editorial Aldus, México, 1998.
(32) Octavio Paz, Itinerario, FCE, México, 1993, pág. 74. Las referencias a Victor Serge son numerosas en la obra de Octavio Paz.
(33) Sobre las simpatías comunistas del joven Paz, es imprescindible el relato de Elena Garro, Memorias de España 1937, Siglo XXI, México, 1992.
(34) La carta se puede leer en las memorias de Serge. Véase la nueva edición bajo el título, Memorias de mundos desaparecidos (1901-1941), Siglo XXI, México, 2002, pág. 285-86. Esta carta fue señalada entre otros por Enzo Traverso en: Le Totalitarisme. Le XX° siècle en débat, Editions du Seuil, París, 2001, pág. 278-281.
(35) F. Bradu, op. cit. pág. 30.
(36) Véase también el magnífico poema de Benjamin Peret, Aire Mexicano publicado por primera vez en París en 1953, traducido por José de la Colina y publicado por la Editorial Aldus con ilustraciones de Rufino Tamayo, México, 1996.
(37) Michel Graulich, “Le couple Kibaltchitch et la civilisation mexicaine”, en Socialisme No. 226-227, Bruxelles, 1991 (número especial dedicado a Victor Serge).
(38) Véase: Claudio Albertani, “Victor Serge en la Ciudad de México”, A pie. Crónicas de la Ciudad de México, año 3 Número 9, julio/septiembre de 2005.
(39) Julián Gorkin, Leandro Sánchez, Así asesinaron a Trotsky, Populibro, México, D.F., 1955 (primera edición 1947). Después del derrumbe de la URSS, los hallazgos de Gorkin fueron comprobados por un investigador ruso a partir de pesquisas en los archivos del FSB (antiguo KGB), salvo por un “detalle” curioso: Gorkin es presentado como un agente de los servicios secretos franceses (¡!). Véase: Lev Vorobiev “L’assassinat de Trotsky décrit par ses assassin” (trad. del ruso por Jean-Michel Krivine), Critique communiste Paris, 1998, pp. 92-94.
(40) Gustav Regler, Le glaive et le fourreau, Babel, París, 1999.
(41) Marceau Pivert, ¿A dónde va Francia? (de Versailles a Compiègne), Costa Amic editor, México, D.F., 1942.

Marzo, 2007